Don't call my name.

Y como de seguro Gael lo había planeado, la imagen supuesta de Tom Cruise se compara con Gael, terminando por ocupar el 9,9% de su mente.

Se queda algo paralizada, enojada con sus pensamientos. Siempre terminaban traicionandola.

-¿De verdad crees eso?.-pregunta intentado sonar tranquila, pero sin lograrlo.

Se encoge de hombros, antes de alejar su mano de los castaños cabellos de Leah. - En realidad no - responde, permaneciendo serio. - Yo soy más perfecto - concluye, dejando reaparecer una ladeada y totalmente gamberra sonrisa por su sinuoso rostro. Le guiña un ojo, hasta pervertido.

-Te estás pasando.-dice jugando, evitando responderle que tenía razón, que él era mucho mejor que tener a Tom Cruise y a Brad Pitt a sus pies. Contrólate.

Acaricia su pecho, tratando pequeños dibujos sobre éste mismo, por sobre su remera.

- Sí lo sé. Sé que me paso de perfecto, pero no puedo hacer nada, no es mi culpa - murmura, encogiéndose de hombros como niño inocente. ¿Cómo terminó siendo profesor? Ni él mismo lo sabe.

- No sirve de nada que lo niegues, Vièerex - comenta, volviendo a estrecharla contra él con suavidad, intencionado.

-Terminaste siendo profesor porque cuando viniste rogando a la academia por trabajo, viste que era tan encantadora y luego de meses de suplicar, acepté que enseñaras en mi colegio.-responde con ego notorio, sin responder a lo anterior. Le sonríe triunfante.

- Blablabla - murmura con desdén, sacándole la lengua. - Deja de gastar saliva en idioteces que a nadie le interesan, Leah - musita con todo monocorde, frunciendo apenas su entrecejo. Es obvio que ni siquiera logra recordar lo que ella acaba de decir. Seguro estaba ebrio.

-Tarado.-pucherea cría contra su piel, apropósito.

Apoya dos dedos debajo de su barbilla, acariciando lentamente allí. ¿Que lo jode? Exacto. Conoce vario de sus puntos débiles, y los aprovechaba. Levanta apenas su rostro, y deja un beso en el lugar donde sus dedos se encontraban segundos antes.

- Shh - la chista apenas cuando lo insulta, sin necesidad alguna. Sus ojos se cierran al sentir los dedos de la castaña, y se presionan más aún cuando sus labios rozan su piel. Mierda, ¿qué pretende? Tiene que terminar de corregir toda la pila de informes aún, para la clase de mañana por la mañana.

Se queda allí unos segundos que se hacen eternos, dudando en si tocarlo con la punta de su lengua. No, no y no. No te pases.

Se separa y levanta el rostro para ver el de Gael, sonriendo con suficiencia. Ella ganaba siempre, lección que le había enseñado a Lyam.

Cuando ella se aleja de su rostro, una sonrisa ladeada curva los labios del castaño. - Sí, Leah, ya se que mueres por besarme - murmura, entreabriendo los ojos para observarla. Obvio que lo ha dejado de piedra ante esa acción, pero al dejar de sentir sus labios logra recuperarse con bastante rapidez. Es un jodido, pero sólo porque le encanta la directora.

Su sonrisa desaparece al escucharlo. Le respondería un SÍ a los 7 vientos, pero no puede hacerse la idea de aquel momento que jamás llegará.

-Yo...no...Dejate de pavadas, Gael.-le indica la castaña sin mirarlo. Había bajado la cabeza para ocultar que se había sonrojado.

Chasquea la lengua, negando lentamente con su cabeza, reprobador. - Como quieras - murmura, tranquilo. No la joderá más con eso, supone que no le agrada, y no haría nada que le molestara de verdad a Leah, más allá de sus bromas pesadas.

Desvía la vista al frente nuevamente, jugando con sus dedos en la espalda de ella, distraídos.

-Gracias.-solo asiente niña, sin levantar la cabeza al hablar. Siquiera lo mira. Todavía sentía un fuego que recorría sus venas y acudía rápidamente a sus mejillas otra vez cuando siente sus manos sobre ella. No estaba acostumbrada a eso, por nada del mundo. Solo Lyam sabía que ella seguía siendo una inocente en forma literal, y aquel tacto de Gael la hacía sentir muy bien, pero nerviosa.

Se vuelve a apoyar contra él sin quejarse cuando juega en su espalda. Le gusta aquello.

Ahoga un bostezo, distraído en su mundo totalmente. Suele abstraerse de la realidad y meterse en el mismo o en alguna que otra ilusión cuando no sabe que hacer-decir o se aburre. Suspira niño, apenas, entrecerrando sus ojos una vez más.

La habitación está completamente en silencio y eso lo relaja. Lo único que logra oir ahora, es el sonido de sus respiraciones.

Lo escucha suspirar, cansado al parecer. En aquellos momentos, Leah se sentía una molestia. De seguro Gael debía tener mejores cosas que hacer que estar allí sentado con ella.

-¿Quieres descansar?.-pregunta con dulzura. Era una niña. No importara la edad que tuviera, o su aspecto físico: ella seguía siendo una niña, con todas sus letras.

Levanta la cabeza, ya de vuelta a su color. Posa sus ojos en el rostro de Gael, batiendo sus largas pestañas.

Niega apenas con la cabeza. - Estoy bien así - responde sereno, sin más. No vuelve a despegar sus labios para volver a hablar. Sus ojos se cierran del todo ya, mientras sus manos siguen jugando en su espalda.

Suspira pesado, sin quitar los ojos de aquella expresión que había en el rostro de Gael. Mentía, de seguro. No era lo mismo dormir sobre una cama que sobre una silla, y con alguien como ella encima. Pero Leah se sentía una molestia en todo momento.

Se estremece ante aquel contacto, nuevamente. ¿Era común estar nerviosa por eso? No, no lo era. Pero para una primeriza como Leah, sí, lo era.

- Si quieres puedes llevarme tú a la cama - claro que aquello tiene más doble sentido que él mismo. Permanece así, a sabiendas que ella lo está mirando. Puede sentirla, no puede explicar cómo pero lo hace.

-¿Está coqueteando conmigo, Señor Lombard?.-pregunta alzando una ceja, tratando de ponerse seria pero sin lograrlo. Entiende aquello que él dice y en su rostro se podía leer una afirmación a aquella pregunta, al igual que en su voz. Su respuesta era más dulce de lo que parecía.

Deja escapar una pequeña risa, seca. - Siempre lo hago, preciosa - murmura, sin más. No le molesta ir de frente, no cuando se trata de ella. Entreabre un ojo, sólo para poder observar su rostro al oirlo. Ser sincero no es lo que mejor le sale de todo, prefiere ser sexópata.

Se queda muda, blanca. ¿Esperaba eso? Por un lado sí, y por otro lado, no. Ella era muy diferente a cualquier chica, mujer, niña, lo que fuese. Ella tenía algo especial, algo que nadie veía en ella, siquiera Lyam...

Por el tono, sabía que Gael decía la verdad, pero... ¿Hasta qué punto era verdad aquello? Conocía a Gael, más de lo que parecía. Como amigo, lo amaba...Como algo más, era difícil saber. Sí, sentía algo fuerte que jamás lo supo ni el mismísimo Gael Lombard. Pero su miedo era aún más grande. ¿Por qué? La castaña seguía siendo virgen, aunque fuese difícil de creer. Y el estar con Gael le haría un daño futuro si él se le alejaba.

Y otra vez una historia se arma en su cabeza, por lo cual se queda segundos largos pensativa. Opta por no decir nada. Su cabeza estaba a punto de estallar, y cualquiera que se empeñara a leer su cabeza, o incluso su rostro, era capaz de entrar en ella.

Sinceramente, eso no era lo que el castaño se esperaba. Se acomoda en la silla, con ella sobre él. Su mirada la recorre, queriendo entenderla. Se acerca su rostro, dejando un beso en su mejilla. Gael dulce, en sueños.

- ¿A qué le tienes tanto miedo, mi pequeña? - inquiere, poniéndose serio para hablar. No está jodiendo ahora. La acuna en sus brazos, protector para con ella. No, sinceramente no la entiende.

Baja la cabeza, con la mirada en la nada misma. ¿qué debía hacer? Estaba harta de estar en esas situaciones. En un momento se siente odiada por la mayoría, y al segundo, todos están detrás de ella, para alborotar los pensamientos de su cabeza.


No entendía a Gael. ¿Cómo era que él....? No, no, era un juego, seguramente. Una joda, como siempre pasaba.

-N....nada.-susurra sin mirarlo siquiera. Su voz decía "nada", pero su rostro decía "leeme los pensamientos y sabrás". No lo prohibía. Era más: prefería que Gael escuchara cada pensamiento de ella que escucharlo DE ella.

Chasquea la lengua, reprobador. - No hare eso - musita, aunque es obvio que ya lo está haciendo. Pero no irá más allá. - No entraré donde no me corresponde. Si tú no puedes manifestarlo en voz alta, quedará para ti - le dice, frunciendo levemente los labios. Oh sí, cuando quiere puede comportarse como un adulto hecho y derecho.

-No lo haré Gael.-susurra con una voz, se puede decir dolida, o confusa. Aquellos pensamientos jamás saldrán de su boca. No puede. Ya lo había dicho una vez, y lo volvía a decir: los hombres eran una confusión, una terrible confusión para las mujeres...O al menos para ella.


Se levanta de encima del castaño, sin pedir permiso ni nada, sin siquiera pensarlo, solo actuando. No sabe que hacer. Tenía ganas de gritarle todo, pero a la vez solo quería ir a su despacho a ahogarse en el papeleo.

Se queda dandole la espalda tratando de ubicar sus pensamientos, tratar de poner orden a su cabeza....Y en especial a su corazón.