Ella se luce pa' que él la vea. {+18}

Se estremece al contacto de la rubia; quizás eran sus manos frías, o los nervios de hacerle algún daño a Zio. No, no podía ser lo último. Ella no era ningún angelito, y lo había comprobado minutos atrás....Pero no, no sabía que era.

-¿Quieres algo rápido o lento?.-murmura subiendo la boca a la oreja de Zio, lamiendo su lóbulo derecho. Ejerce, debajo, la máxima presión posible.

No debía dejarle jugar con su miembro, jamás. Con Zio todo era peligroso, y dudaba en sus manos. No por mal, sino por su propio bienestar.

-Como desees.-susurra con su respiración entrecortada, en algo apropósito y en otra parte no.

Muerde su oreja, mientras se divierte jugando con el clítoris de la rubia. Abajo, su zona estaba húmeda, y eso lo divirtió.

Aquel jadeo producido por Zio le indicaba que su experiencia le servía de algo en aquella situación. A pesar de que la blonda no era solamente sexo, su ego no dejaba de sentirse halagado por cada uno de los sonidos de su compañera. Cuando escuchó su nombre y aquel por favor, le fue inevitable no soltar una carcajada de satisfacción en su oído, para recordarle a Zio que ese día sería de él.

-¿Por favor...?- volvió a repetir, con un tono altamente egocéntrico y con sorna. Quería que le pidiera más, que rogara que la hiciera suya.

La rubia no había perdido el tiempo y por eso jugueteaba con su miembro así como así. No tendría que dejarlo a su disposición tan fácil la próxima vez. Y a pesar de aquello, Lyam mordió su clavícula para no soltar un jadeo hondo que amenazaba con salir de su garganta. No, no y no. No se entregaría con esa facilidad.

Deja sus manos libres, dejando a la rubia igual. Casi no soportaba aquello. Necesitaba hacerlo ya o se excitaría aún más.

Cuando la rubia llega a estar a la altura de su rostro, toma su rostro con una mano y lo acerca al suyo, pegando sus labios al momento en que penetra en ella.

Coloca su otra mano detrás de Zio, pegando su cadera a su cuerpo para hacer más fácil su entrada.

Se movió placentero dentro de ella, como si estuviese acostumbrado a aquello. Alejó su mano de su rostro sin quitar sus labios de los de ella.

Colocó una mano en cada uno de sus muslos, y abrió más sus piernas, colocandolas alrededor de su cintura para poder penetrar mejor.Con sus manos depositadas allí, entró más en ella, escuchando sus gemidos..

En los ojos de la rubia, y en los del morocho, se podían notar la lujuria y la excitación. Y cuando la mira relamerse los labios, ambas cosas aumentan. Era un maldito sexópata y estaba orgulloso de serlo.

Se movio dentro de ella frenético,; la rubia lo volvia loco. Zio era su mayor tentacion en el mundo, a la única a quien amo desde que la había conocido, desde el primer día en que entró a su habitación y la encontró recostada en su cama escuchando música, con su perfecta falda de jean y su remera roja.

Lyam trataba de hacerla suya con amor puro y el unico amor que ella prendia dentro de él, con tan sólo su presencia..Y también con deseo. Un deseo que apoderaba su mente.

Al chocar contra sus labios, vuelve a besarla, con desesperación ahora. Necesita volver a sentir su lengua dentro de su boca, volver a sentir aquella adicción...Ella muy bien lo había dicho: su droga.

Hace movimientos más rápidos y más profundos, queriendo oírla nuevamente. Al haberlo hecho ella, algo despertó en él, logrando que esté del todo excitado.

Ahoga un gemido ronco, al mometo en que se separa de aquella adictiva boca y baja a su cuello. La besa allí con leves mordisco, dejando húmedos besos.

Gruñó leve al sentir su sexo estrecharse alrededor del suyo, una sensación placentera absolutamente. Y es que en esos momentos no le importaba si la rubia tenía o no experiencia en el sexo, porque estar así con ella lo hacía desearla mas.

Dios, a pesar de que la rubia desea que aquello no acabe, jamás; tenerlo allí con ella siempre, sabe que no podrá resistir por mucho tiempo más, si se empeña en ser tan condenadamente perfecto para con ella.

Deja escapar un suave gemido, cuando su espalda se arquea contra él como si la rubia fuera una contorsionista en vez de bruja. Necesita más, y está claro con ello.

Entra y sale de ella unas veces, sintiendo que con cada penetración, lograba llegar más adentro de la rubia y lograr nuevos gemidos. Y aquello estaba más que claro que le fascinaba.

Baja su boca a sus pechos, dedicándose a lamer la punta del derecho, y dando mordiscos leves.

No, no debería dejarse hacer aquello por Lyam Vièerex. El moreno no es para ella, lo único que hará será lastimarla. Porque para Zio no es sólo un juego, está más que segura que no podrá dormir como si nada en la misma habitación que él después de esto.

Sus ojos se cierran con fuerza ante sus propios destructivos pensamientos, mientras sus labios lo único que hacen es entreabrirse para lograr respirar, más que agitadamente.

La cadera de la rubia se mueve contra él, demandante. Está en su punto más vulnerable, pero quiere correrse al mismo tiempo que él.

Besa nuevamente la punta, antes de meter aquello en su boca, literalmente. Y comienza a morderlo y estirarlo, sintiendo como se ponía duro, y observando como de a poco se vuelve rojo. Si la dañaba, él moriría, claro está.

Aún abajo penetra en lo más profundo, con cuidado sin saberlo. Todo en él dice que la cuide.

Oh mierda, acabará con su integridad. Lo llama por su nombre, en un jadeo que escapa de su garganta. No está del todo consiente, a decir verdad.

Sus ojos se abren, sólo para ver lo que él hace. Es perfecto, jodidamente perfecto. Se relame los labios, justo en el momento en el que siente como su sexo se estrecha más al rededor de su erección, avisándole que nada le queda ya casi.

Se queda dentro de ella moviendose lenta y tortuosamente, escuchándola. Y es que ella era perfecto en cada cosa que hacía.

Cuando ya su pezón está del todo rojo, deja un pequeño beso, y se va al otro, dedicándose a éste ahora, mordiendolo.

Maldice en voz alta, antes de volver a aferrarse a su espalda con fuerza. Es inexplicable traducir lo que la rubia siente en aquel momento, cuando explota con el moreno dentro de ella. Se siente en el cielo, pero no de esa estúpida manera cursi de decirlo. Siente que no encontrará ningún lugar mejor que él.

Jadea, gime, suspira, blasfema.. todo absolutamente conjunto.

Y al escucharla, y sentir su sexo, sale de ella para darle un descanso. A tiempo, ya que cuando se aleja de su pecho, nota ambos rojos, y muy bien cuidados.

Lame su vientre antes de subir a su rostro. Y solo le sonríe, antes de besarla con desesperación.

El pequeño cuerpo de la rubia se deshace sobre el colchón, húmedo de su propio sudor y el de Lyam. Recibe sus labios con más que gusto. Lo sigue sin necesitar ninguna invitación. Besa sus labios como si fueran lo único que le quedan en esta vida, gustosa.