It's been days now and you changed your mind again #Ly

Ya no sabía que hacer para que el tiempo transcurriera. El mundo parecía tener algo en su contra: cuando ella no tenía nada que hacer, giraba más lento, y viceversa, así disfrutaba menos de los ratos "divertidos" por asi decirlo.
Había recorrido ya todo el colegio, comenzando por el lago, de paso por las canchas, el parque. Ya conocía cada pasillo de memoria de tantas veces que los había caminado, se había cruzado con muchas caras pero con ningun rostro. Estaba llevando al límite esa costumbre de vagar que tenía practicamente por segundo nombre.
Y allí había llegado: a la azotea. Vacía, silenciosa y por demás ventosa azotea. Fría, especialmente en ese momento en que caía el sol y la luna seguía sin salir. Libre, con todo aquel viento y ningun techo, ninguna pared que quisiera reducir su espacio. Totalmente abierta a la noche que se avecinaba. Aburrida. Aburrida como todo lo era a ojos de Raissa.
Se recostó en el frío piso, dirigiendo la vista al cielo, y la mirada al interior de si misma. Concentrada en sus pensamientos, pero sin pensar nada en absoluto, asi se encontraba ella, perdida en un mundo que le quedaba chico.

Lyam estaba cansado. La fiesta que tuvo el día anterior a la noche, con Kayros, Alex y unas pelirrojas del bar, le costó todo el mediodía; habían llegado a eso de las 8 de la mañana al colegio, sin ser vistos por nadie, siquiera por su tía Leah. Y él se había ido directo a la cama, sin hacer un ruido, para no despertar a su compañera de cuarto. Zio quizás lo había oído, pero el no lo había notado.

Y ahora sufría las consecuencias de la joda: la cabeza, y el cuerpo ENTERO le dolía. Nunca le importaba que sufriera al día siguiente a las salidas con sus amigos, porque estallaban el lugar, y luego recibian su recompensa por eso. Pero el corto plazo que sufría los efectos eran de lo peor.

Buscó el lugar más silencioso de la academia, ya que en su habitación no podía estar con Zio en la ducha. No se aguantaría luego a eso. Llegó a la azotea y se alegró un poco cuando sintió que no se había equivocado al decir que era “silencioso”. Solo se recostó en el techo de sobre la puerta, cerrando los ojos con la vista en el cielo.

Estaba en eso de quedarse dormida, su retina estaba seca ya, estaba quieta como una estatua allí. Pasos secos sobre la losa le hicieron volver en si. Se levantó en un movimiento, el viento parecía contagiarle sus revoltosos movimientos, ella no solía comportarse de aquella manera tan... incoherente.
El responsable de aquel ruido se encontraba entonces recostado en el techo sobre la puerta, en el mismo estado de idiotez en que se había encontrado ella hacía menos de un minuto.
Se trepó a un costado del techito y empujó la puerta con el pié derecho, la cual se cerró de un fuerte portazo.
- Ey, tú - dijo tan fuerte como le fue posible en aquella incomoda posición, sus costillas se clavaban contra el tejado, su estómago estaba siendo aplastado - ¿Podrías ser un poco más delicado, cariño? - dijo con dulzura, dulzura que chorreaba falsedad, pues no tenía la más mínima idea de a quién le estaba hablando.

Se siente tranquilo. Su mente viajaba de Zio a Sam, y de la morocha a Oup...Para volver con Zio. Era un idiota. Debía dejar de ser TAN obvio. Juraría que si seguía así, perdería la cordura.

Una voz molesta lo saca de sus pensamientos. Estaba molesto porque lo interrumpiesen, pero a la vez estaba agradecido, puesto que dejaría la imagen de la rubia hasta la noche...Oh, sí.

-Soy delicado, ¿acaso no me conoces?.-responde fríamente, pero con una sonrisa ladeada, clavando la mirada en la morocha que estaba allí.

Alza una ceja, escéptica. Ya conocía el prototipo al que le hablaba y no le agradaba en absoluto, era simplemente tan... básico.
- Claramente no - contesta, sin alzar el tono pero enfriandolo notoriamente.
Y no le interesaba tampoco, pero nada de eso dijo. Salta nuevamente al piso y se acerca a la baranda, sentandose sobre un pilar, con una pierna colgando al vacío, solía sentarse de esa forma, o lo que sea, le gustaba el vacío, las alturas, todo aquello.

Enarca una ceja cuando la joven habla y luego se aleja. No, no entendía jamás a las mujeres de su tipo.

Se digna a recostarse nuevamente con la mirada hacia arriba, fijando su vista en un árbol. Concentrado, trata de hacer que varis hojas se desprendieran de las ramas.

Fija su vista en el horizonte y allí la deja, perdida, en busca de un sol que acababa de ocultarse pero seguía aclarando el cielo a un tono rosado. Balancea la pierna de un lado a otro, manteniendose en un estado de dispersión absoluto. Se oían las aves, el fuerte viento que soplaba allí arriba y algun que otro gritito proveniento del instituto. Pero ella apenas percibía aquello, tenía una increíble capacidad de distracción total que le era tan útil a veces cómo estúpida otras tantas. En ese caso, podría considerarse algo útil: podía ignorar completamente al imbécil que le había despertado antes, sólo necesitaba un poquito más de concentración, y realmente le sobraba concentración.

Comenzó a tararear quién sabe que cosa, cuando por fin logró que las hojas más viejas del árbol se desprendieran y cayeran volando sobre él y sobre la chica callada. Casi ni se percata de ésto último.

Piensa en si podrá alguna vez hacer que el tronco entero salga de aquel árbol que él mismo había plantado.

Desvía la vista a la morocha, pensativo.

Unas hojas caen sobre su cabello y ella maldice, revolviendolo para que caigan. No era estación de caída de hojas, por lo que estaba practicamente segura de quién había sido el responsable de aquello. Lo mira de reojo, haciendo notar que no le causaba gracia, pero poco le importaban un par de hojas. Cierra los ojos, respirando hondo, ella era mejor que eso, una hoja no podría haberla desconcentrado de aquella manera. Vuelve a centrar su vista en el horizonte y exhala un largo suspiro, el viento hechaba su pelo hacia atrás y le daba en la cara, un viento helado que le encantaba.

Ríe ante aquella provocación hacia la enana. Quizás la molestaría un rato largo, con tal de obtener algo por parte de ella.

Se queda mirándola, pensando qué podía estar pasando por la cabeza de aquella morocha.

Sentía su vista clavada en ella y comenzaba a molestarse. Cambia de posición, dejando ambas piernas en el vacío y mirando otro horizonte, el cual estaba plagado de árboles: hacia allá se encontraban el bosque, las lagunas, el pantano y todo lo que ellos traían: viento húmedo y calma. La vista del morocho seguía sobre su nuca y ella no hacía otra cosa que maldecirlo: no podía ser que estuviera tan dispersa, tan desconcentrada.

-¿Necesitas concentración?.-pregunta con un grito a los cuatro vientos, molesto. Él podía ser como un sonido fuerte en ambos oídos.

No sabe como, pero en segundos nomas esta a unos centímetros detrás suyo. Era un jodido, y una mala persona cuando se lo proponía. Solo la observa, silbando luego de unos largos segundos.

Se sobresalta al percibirlo pocos centimetros detrás suyo, pierde notoriamente el equilibrio y se tira hacia atrás como acto reflejo, evitando caer al vacío. Apoya las manos en el piso a tiempo para no caer y, de alguna manera u otra, acaba parada. Tenía la suerte de evitar gran cantidad de posibles heridas haciendo lo que mejor sabía hacer: improvisar.

No se había movido en ayudarla, porque segundos antes de que ella "cayera", él había logrado captar una imagen de ella en aquella posición. ¿Futuro? Puede ser, jamás lo sabía. Ocurría todo el tiempo.

-Veo que no hace falta preguntar si estás bien.-dice con una sonrisa, guiñándole el ojo.

- Por supuesto que no - responde, guiñando también.

Estaba orgullosa de aquello: las piruetas, acrobacias y todo tipo de cosas raras, le salían maravillosamente bien, le gustaba lucirse, aunque sea enfrente de alguien que no le había caído bien desde un principio. Además, era una prueba de que su concentración seguía estando en algún lado, no la había perdido del todo. Si, había sido una gran desición, aunque no fuese una desición en absoluto sino más bien un accidente, de todos modos, demasiado orgullosa para darlo librado al azar.

-¿Acroóbata?.-pregunta como si fuera obvio. Pero aquella chica lo aburría y necesitaba hablar de algo.

Se despeinó, cosa permanente en él.

Se revuelve el cabello también, no solía estar peinada es más: su cabello era una nube a su alrededor la mitad del tiempo. Poco y nada le interesaba, le quedaba bien de todos modos. Esboza una sonrisa torcida antes de responder.

-Más bien inquieta.

-Justo como me gustan a mí.-dice esbozando una sonrisa ladeada. Para joderla, desvía su vista a el cuerpo de la morocha, mirandola de arriba abajo, con un silbido final cuando llega a su pecho...Y luego nuevamente a su mirada.

Alza una ceja, escéptica ante el comentario superficial del chico. Bufa, revolviendo un mechón de cabello que le caía sobre la frente.

-Interesante - murmura.

-¿Qué de todo?.-pregunta interesado nuevamente en la joven. No sabe que va a pasar, y el misterio es algo que atraía a Lyam siempre.

Baja la vista al piso, dejado escapar el aire, y vuelve a alzarla para mirarlo fijamente a los ojos.

-Que no se te haya ocurrido otra cosa - dice, esbozando una sonrisa torcida.

-¿Cómo qué?.-vuelve a preguntar, jodido. Era capaz de molestar a la gente, causando que las personas se vayan del lugar en donde estaban. Solo la observa atentamente mientras espera respuesta, como si estuviera leyendo su rostro.

La sonrisita en su rostro se acentúa, ella no era ninguna santa tampoco y no se dejaría molestar tan facilmente. Se pone en puntas de pie para acercarse a él y en cuanto sus rostros se encuentran a pocos centímetros, murmura:
-Lo dejo a tu criterio .

Esboza una sonrisa ladeada.

-Si tanto sabes, puedes ayudarme en encontrar la respuesta.-susurra sin quitar la vista de sus ojos.

Le acomoda un mechón de pelo, con falsa coquetería. No, ella no era así de básica.

- Ya estás bastante grandecito para averiguarlo por tu cuenta, ¿No crees?