It's been days now and you changed your mind again #Ly

-Nou.-dice niño, enarcando una ceja. Le sigue el juego como lo hacía con Wit o con Leis.-Es que mamá me dijo que no puedo pensar a la hora de la siesta.-explica crío, jodiendo.

- ¿En serio? Pobre niño... - murmura, haciendo puchero -, ¿Y no te ha dicho acaso que la hora de la siesta ya pasó?

La sonrisita en su rostro se borraba aunque ella luchase porque así no fuera. Era un niño tan exasperante y ella tenía tan poca paciencia.

Lo piensa unos segundos y luego sacude la cabeza.

-Nou. La hora de la siesta empieza alas 16 y termina a las 20.-Mira hacia el cielo.-OSea en 30 minutos.-explica uevamente crío. Por dentro se moría de la risa.

Era realmente exasperante, Raissa lo sabía, pero sin embargo se dejaba llevar, no tenía ganas de discutir en absoluto, y menos con un niño.

- ¿Y qué haces que no estas durmiendo, entonces? - pregunta, rebuscada.

-Tú me despertatse.-miente.-Es que cuando una chica linda aparece, su presencia hace que mis instintos masculinos se pongan alerta.-murmura rebuscado.

- Guau, un verdadero galán - dice, dramatizando sorpresa -. ¿El sexto sentido está incluído en el pack o hay que pagarlo aparte? - murmura, elevando ambas cejas, sin definirse entre la falsa sorpresa y el autentico hartazgo.

-Para tí, es gratis. A menos que quieras pagar, que no me opondré si lo deseas así.-susurra mirandola a los ojos, como si leyera su mente ahora. Trata pero no puede.

Aquello, sorpresivamente, se tornaba divertido: ¿Acaso creía él que podría con ella así de fácil? No, Raissa necesitaba de una gran paciencia y bastante tiempo, especialmente si eras un chiquillo insoportable como el morocho que tanto pretendía seducirla.
- Oh, en serio, no hace falta. Consigo cosas mucho mejores sin pagar un centavo - murmura, con un dejo ególatra en su voz.

-Es cierto. Tú no pagas, ya que deben pagarte a tí. De seguro debes conseguir tantas cosas buenas como malas.-dice guiñandole el ojo. Sí, la había llamado prostituta, y de seguro no se equivocaba en ello.

Tioene ganas de sentarse, y lo hace, sin prestarle la más mínima atención a la distancia que había entre la morocha y él, y sin dejarla responder antes de cerrar sus ojos, y concentrarse.

Aquello había sido un golpe bajo que ella no tardó en captar, aunque en algún punto de su consciencia había previsto esa respuesta.
- Estoy segura de que me envidias, cariño - murmura, encerrando veneno en el tono meloso de su voz.
Se dirige nuevamente a los pilares de la baranda, pasando a su lado y recatandose en darle un puntapié en la rodilla. Si, estaba molesta, y aunque su voz no lo demostrase tan claramente, sus piés parecían no acatar del todo la orden del cerebro.

-¿Por qué hacerlo? A mí deben ganarme si quieren parte de mí...En cambio tu eres una sucia porque todo quien quiera puede tocarte..Y usarte.-le explica sereno, concentrandose en el tronco. Piensa darselo en la cabeza, esta apostandolo.

- ¿ Y cómo dices esas idioteces si ni siquiera sabes como me llamo, mucho menos me conoces? ¿Te das cuenta cuanta cuanta siesta te hace falta? - murmura.

Raissa es perceptiva, aunque no esté absolutamente en sus cabales, sabe darse cuenta de que la concentración de él va a parar a otro lado. Más precisamente, al árbol a su lado. Oh, ese crío juega sucio, pero no podrá con ella. Un poquito nada más, apenas un empujón, y todo lo que el luchaba por tirar el tronco le saldría por la culata. Sólo un poco de viento y el árbol cambiaría el rumbo. Y, a juzgar por lo que veía desde su posición, no se encontraba a mucho más que un metro de distancia de él.

Usando su concentración, logra que todas las hojas de los árboles cercanos se desprendieran de las ramas y se acercaran a él. Formando un remolino, enredan a la morocha de improviso y le alborotan el cabello, logrando que la ropa volara también. El solo sonrie, sin abrir sus ojos para no desconcentrarse.

- Detente, en serio, tengo un miedo! - exclama, provocativa.
Ella era mucho mejor que un par de hojas. Sin apenas preocuparse en sacudirlas, centra su concentración sobre una fisura en una gruesa rama que se sotenía justo sobre él. La corteza no tarda en ceder, seca, y al núcleo no le falta mucho para seguirle.
- ¿Quieres pedir disculpas ahora o prefieres hacerlo con diez puntos en la cabeza? - dice, relajada. Hablar nunca le desconcentraba, por el contrario, le ayudaba a juntar el sentimiento que necesitaba para desear más aún que aquella rama cayera de una vez sobre su cabeza. En ese momento no hacía más que detener la caída hasta haber escuchado una respuesta.

Se queda pensativo, aunque en verdad él tenía su respuesta.

-Si te pido disculps, no es divertido. Y yo no me rebajo a la altura de una prostituta.-dice nuevamente, mirandole fijamente.-PEro si no te pido disculpas, luego tendrás que suplicarle a la directora para que te deje quedar en la academia. Por cierto, a mí tía.-susurra sonriendo perverso. Él jamás perdía.

- No tengo miedo - responde, sin mirarlo, pues si quitaba la vista de la rama caería automaticamente sobre él. Tenía una gran concentración, si, pero tampoco era Merlín -. Y debes saber que, aunque no lo demuestre, puedo resultar muy convincente. No creo que a tu tía le guste mucho que andes tratando así a las alumnas del instituto.

-Soy conviencente también, jamás dudes de ello.-susurra sin mirar aquello que flotaba sobre su cabeza. No tenía interés en eso, no ahora. Leah era muy persuasiva, pero aquella vez que habían tenido algo mucho más que una simple charla, era lo que lo protegía de absolutamente todo. No dice nada, dejando que la morocha actuara por sus instintos.

- Oh, no creo que seas mejor que yo - murmura.
No tarda ni un segundo en decidirse, segundo que pasa muy lento por cierto entre todas las ideas que pasan por su cabeza y la adrenalina que corre por su cuerpo. Si, su orgullo y su dignidad le decían que dejara caer de una maldita vez aquella rama, secundados por una vocecita en su cabeza que no sabía del todo si era su consciencia o su locura. Y, en todo caso, no encontraba diferencia entre ambas. Inspira profundamente antes de cerrar los ojos, lo cual no sólo acaba con su concentración sino que le da un impulso particular a la caída. SU impulso, más precisamente.

Cuando la ve suspirar, no tarda en rodar por el suelo para esquivar aquel tronco. Solo había rozado con su pierna, logrando rasgar su pantalón y abrir una pequeña herida. Pero a decir verdad ,estuvo muy bien.

La mira y luego su herida. No dolía, jamás dolía.

- Ey, ¿no serás muy macho? - murmura, había abierto los ojos a tiempo para verlo rodar por el piso como James Bond, o en una vaga interpretación de él.

-¿Y tú no serás muy macho también?.-pregunta sincero, con su risa perversa. Está planeando algo, pero mientras el joderla así le beneficiaba...¿no?

- ¿Tú crees? Hace unos minutos no pensabas lo mismo, cariño - le responde, relajada. No, ella no se irritaba con TANTA facilidad, le jodían más las idioteces que las palabras intencionadas. Era algo extraño, lo sabía, pero tenía muy claro que estaba por encima de esos comentarios infantiles.
No quita su vista de él ni un minuto, más precisamente, de la herida en su pierna. Si dios era grande dejaría caer una gran bacteria sobre la maldita herida, era todo lo que pasaba por su cabeza.

Sigue su vista y aquella termina en su herida. Sangraba, sí. ¿Y qué? Que le amputaran la pierna si querían, poco le importaban algunas partes. Algún día terminaría como su abuelo, con una mano, oreja y pierna de robot. Y eso le causaba gracia.

Rompió parte de su pantalón y ató aquel pedazo de tela alrededor de su pierna, tapando el corte para que sangrara ¿menos?

Se acomoda recostado en el suelo, mirando el cielo oscuro. Se pierde en las estrellas ahora, sin prestarle atención, nuevamente, a la morocha. Se queda pensando en si alguna vez sería un robot completo. Si así era, ¿podría continuar teniendo sexo?

Se encoge de hombros, indiferente, y apoya las manos en uno de los pilares detras suyo, estirando las piernas sobre la extensa media pared que cumplía la función de baranda y, para ella, asiento. Su mirada descansa en algún punto infinito delante suyo, no sabía por qué no se había ido ya, quizá para mantener su orgullo y no dejarle la victoria a aquel idiota. Lo ignora olímpicamente en cada uno de sus movimientos, pero no puede dejar de desear que se agarre una infección de aquellas que se merece. Niño ceído.

Cierra los ojos con aquella interrogativa. Quizá se lo preguntaría a la morocha, ella sabría responder....¿No?

Comienza a cantar Tik Tok ~ Kesha, pensando en ser un robot. Era un sexópata sin remedio.